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| S t a r t B i b l e P u b l i c a t i o n s |
LA IGLESIA DECLARA LA VERDAD ACERCA DEL ESPIRITU SANTO EN LA VIDA DEL CRISTIANO
Por John Waddey
Pocos tópicos han recibido tanta atención en esta generación como el del Espíritu Santo y el cristiano. Mucha de la enseñanza que escuchamos hace gran incapié sobre la forma directa en que opera el Espíritu Santo en el corazón de las almas pecadoras para traerlas a la salvación, además de guianza y claridad para los cristianos. Examinaremos estas cuestiones a la luz de la Palabra de Dios y veamos lo que en realidad se nos promete.
El Espíritu Santo es una persona divina, miembro del triuno Dios. Es erróneo pensar sobre él simplemente como un poder, una influencia o un sentimiento. Al Espíritu se aplican pronombres masculinos (Juan 14:26). Se le dan atributos de persona. El habla (Apoc. 2:29); guía (Romanos 8:14); prohibe (Hechos 16:6). El Espíritu Santo juega un papel vital en nuestra salvación. Somos bautizados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mateo 28:19). El es el sello de nuestra salvación y las "arras de nuestra herencia" (Efesios 1:13-14).
¿A QUIENES SE DA EL ESPIRITU SANTO?
Contrario a la opinión popular, el Espíritu Santo no se da a las almas pecadoras para convertirlas. "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo" (Gálatas 4:6).
El Espíritu obra en las mentes y en los corazones de los pecadores a través de la Escritura inspirada, redarguyéndoles (Juan 16:8; 1 Pedro 1:23). Cuando el pecador cree el mensaje del evangelio, se arrepiente y es bautizado, recibe el perdón de pecados y el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38). Así que, el Espíritu viene, no a hacernos hijos, sino porque nos hemos convertido en Hijos de Dios. El Espíritu de Dios se da solo a los que obedecen a Cristo por fe. "Por medio de la fe recibimos la promesa del Espíritu" (Gálatas 3:14). Jesús dijo, "El que en mí cree ... de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que iban a recibir los que creyesen en él ..." (Juan 7:38-39). Pedro nos habla del "Espíritu Santo que ha dado Dios a los que le obedecen" (Hechos 5:32). Y Jesús dijo, "¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (Lucas 11:13). ¡El contexto hace claro que El da este don a sus hijos!
Debemos recordar que la Escritura habla de un bautismo del Espíritu Santo que sólo los apóstoles y Cornelio recibieron (Hechos 1:5; Hechos 11:15-17), y los dones milagrosos del Espíritu por las manos de los apóstoles (Hechos 8:12-18). (Sólo los apóstoles podían trasmitir los dones a otros, pero no así los que los recibían.) También está el don general, que es la morada del Espíritu que todos recibimos al bautizarnos. Esto no es un don milagroso (Hechos 2:38). El bautismo del Espíritu Santo fue prometido a los apóstoles pero nunca mandado a sus discípulos, excepto los dos casos que se conocen en la primera entrada de judíos y gentiles al reinado de Cristo. Ambos casos envuelven una demostración abierta de poder sobrenatural (véase Hechos 2:1-13 y 10:44-48). Actualmente sólo hay un bautismo (Efesios 4:5). Y este bautismo de la Gran Comisión es en agua (Hechos 8:37-38).
OBLIGACION IMPUESTA
Recibir el Espíritu de Dios en nuestras vidas es un privilegio extraordinario, y conlleva una pesada responsabilidad. "¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo" (1 Cor. 6:19-20). "Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá a él; porque el santuario de Dios, el cual sois vosotros, es sagrado" (1 Cor. 3:17). Así que, cualquier práctica o hábito que profane nuestro cuerpo y espíritu debe ser desechado, ya sea fornicación, abuso de drogas, indulgencia en bebidas embriagantes, glotonería, tabaco o cualquiera de esas cosas.
Debemos "caminar por el Espíritu, y ... no satisfacer los deseos de la carne" (Gál. 5:16). Con eso Pablo quiso decir que ordenemos nuestras vidas según las instrucciones del Espíritu que se encuentran en la Escritura. "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte" (Rom. 8:2). "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Rom. 8:14). El Espíritu Santo nos ha dado la Biblia para guiar nuestros pasos (2 Pedro 1:20-21).
Los cristianos deben desechar de su vida todas las cosas que contristen al Espíritu Santo (Efesios 4:25). En Efesios 4:17-5:14 el apóstol expone una fea lista de pecados de los que debemos librarnos si deseamos agradar a nuestro huésped celestial. Al mismo tiempo debemos llenar ese vacío trayendo a nuestras vidas los frutos del Espíritu: "amor, gozo, paz, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio ..." (Gál. 5:22-23).
BENDICIONES QUE EL ESPIRITU TRANSMITE
Aunque actualmente no se promete nada notable ni poder milagroso, las bendiciones otorgadas por el Espíritu en nosotros son múltiples. Cuando recibimos el don del Espíritu en el bautismo (Hechos 2:38) se compara con el sello de Dios o timbre de aprobación o posesión (2 Cor. 1:22). Su presencia en nuestra vida es la garantía o arras de nuestra herencia en los cielos (Efesios 1:13-14). Nuestra posesión del Espíritu es una garantía de que somos hijos: "En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu" (1 Juan 4:13). "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado" (Rom. 5:5). " Abundamos en la esperanza por el poder del Espíritu Santo" (Romanos 15:13). Los cristianos son "fortalecidos con poder en el hombre interior por medio de su Espíritu" (Efesios 3:16). "Y de igual manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad" (Rom. 8:26a). Cuando no sabemos pedir como conviene, el Espíritu mismo intercede por nosotros ... conforme a la voluntad de Dios" (Rom. 8:26-27). Pablo nos insta a orar "en todo tiempo en el Espíritu" (Efesios 6:18). Por el Espíritu "hacéis morir las obras de la carne" (Rom. 8:13), y así encontramos ayuda para sobreponernos a los poderosos hábitos del pecado a los que nos hemos atado. Cuando caminamos en el temor del Señor gozamos de la "consolación del Espíritu Santo" (Hechos 9:31). El Espíritu Santo guía al cristiano por sendas de justicia. "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Rom. 8:14).
Muchos alegan que el Espíritu les susurra al oído o se posesiona de su mente, pero esto no es bíblico. El Espíritu nos guía a través de las instrucciones de la Escritura que por El fue dictada. La Escritura nos llegó cuando "los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:21). En Efesios 5:19 Pablo instruye al cristiano a ser lleno del Espíritu y cantar. En Colosenses 3:16 dice, "La palabra de Cristo habite ricamente en vosotros ... cantando." Igual que David, oramos "Enséñame tus sendas, encamíname en tu verdad, y enséñame ..." (Salmo 25:5). Verdaderamente la Escritura es "lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino" (Salmo 119:105). Es el medio por el cual nos guía el Espíritu de Dios. Guiados por el Espíritu gozamos de la "comunión del Espíritu Santo" (2 Cor. 13:13; Fil. 2:1). De la misma manera, "el Espíritu mismo da juntamente testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios" (Rom. 8:16). En su Palabra, el Espíritu nos ha expuesto las condiciones para la salvación, o sea, fe (Hebreos 11:6), arrepentimiento (Hechos 17:30), immersión (Marcos 16:16). Cuando nuestro espíritu verdaderamente pueda decir, "he cumplido con esas condiciones", entonces la Palabra dada por el Espíritu dice, "el que creyere y fuere bautizado será salvo" (Marcos 16:16).
EVIDENCIA DE LA MORADA DEL ESPIRITU EN NOSOTROS
Los que tienen el Espíritu de Dios en sus corazones habrán de reflejarlo en sus actitudes y conducta. Amarán la Biblia que fue inspirada por el Espíritu. "He anhelado tus mandamientos" (Salmo 119:40). "Cómo amo tus mandamientos" (Salmo 119:159). Los pecadores no reciben "el amor de la verdad para ser salvos" (2 Tes. 2:10). Los que son llenos del Espíritu confesarán que Jesucristo vino en la carne (1 Juan 4:2); serán guiados por la palabra del Espíritu (Rom. 8:14) y pondrán su mente "en las cosas del Espíritu" (Rom. 8:5). Con la ayuda del Espíritu harán morir los deseos de la carne y las prácticas del viejo hombre (Rom. 8:13). Sus vidas demostrarán "los frutos del espíritu ... amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, humildad, dominio propio ..." (Gál. 5:22-23).
El Espíritu Santo y la Salvación
La palabra de Dios implantada, que ha sido inspirada por el Espíritu, puede salvar nuestras almas (Santiago 1:21). En cada uno de los casos mencionados en el libro de los Hechos de los Apóstoles, las almas no fueron salvadas hasta que escucharon la palabra de Dios y obedecieron a su divina voluntad (véase Hechos 2:1-47). Hoy el Señor abrirá tu corazón en la misma forma que lo hizo con Lydia a través de la predicación del evangelio (Hechos 16:11-15). El quitará tus pecados tal como lo hizo con Saulo de Tarso cuando obedezcas siendo bautizado (Hechos 22:16).
Sin el Espíritu de Dios no puedes ser salvo (Rom. 8:9). Es imposible recibir el Espíritu sin el bautismo cristiano (Juan 3:5). Te instamos hoy a que permitas que Cristo te salve "mediante el lavamiento de la regeneración (bautismo) y la renovación por el Espíritu Santo" (Tito 3:5). Al hacerlo, encontrarás "justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo" (Rom. 14:17).
PREGUNTAS
¿Cómo llegamos a la conclusión de que el Espíritu Santo es una persona?
¿A quiénes se da el Espíritu Santo?
En la Escritura, ¿quiénes recibieron el Bautismo del Espíritu Santo?
Nombre tres obligaciones de los que tienen el Espíritu.
Explique las bendiciones que el Espíritu Santo da a los cristianos hoy día.
¿Cuál es la evidencia de que el Espíritu mora en nuestra vida?