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| S t a r t B i b l e P u b l i c a t i o n s |
LA IGLESIA HONRA Y SOSTIENE LAS ENSEÑANZAS DE DIOS ACERCA DEL MATRIMONIO Y DEL DIVORCIO
Por Wayne Jackson
El matrimonio es un pacto entre un hombre y una mujer mediante el cual acuerdan juntarse para el propósito de establecer un hogar permanente. El matrimonio fue instituído por Dios con la creación de Adán y Eva. Siendo varón y hembra la primera pareja, fueron creadas para el matrimonio (Génesis 1:27) y por tanto, fue el propósito de Dios que el hombre y la mujer tuvieran el privilegio de convertirse en "una sola carne" en esa unión arreglada por acuerdo divino (Gen. 2:24).
La preservación de la relación matrimonial es de vital importancia para el bienestar de la sociedad como un todo. En primer lugar, dentro de la unidad familiar se provee una atmósfera de estabilidad donde se tiene el derecho a un nombre de familia, seguridad de la propiedad, y a una íntima atmósfera de amor y confianza. En segundo lugar, el matrimonio contribuye a la solidaridad comunal. No puede existir por mucho tiempo una sociedad sin matrimonio. De hecho, "No hay sociedades en las que el matrimonio no exista."
En armonía con el plan original de Dios, el matrimonio es ciertamente un estado honroso: "Sea honroso en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla ..." (Hebreos 13:4). Y aunque habrá épocas de dificultades o extrema ansiedad en las que resultaría más conveniente no casarse (véase 1 Cor. 7:26, 28, 32, 35, 40), el principio general sería, "No es bueno que el hombre (o la mujer) esté solo" (Gen. 2:18). La Biblia hace claro que el "prohibir casarse" es contrario a la voluntad de Dios (1 Tim. 4:1-3).
Aprobado por Dios, el matrimonio santo ciertamente goza de muchos beneficios. En primer lugar, según dijimos, provee compañía íntima personal (Gen. 2:18). Creada a la imagen del triuno Dios (Gen. 1:27), la humanidad ha sido dispuesta socialmente. En segundo lugar, la forma legítima de traer niños al mundo es a través del matrimonio (Gen. 1:28, 4:1; 1 Tim. 5:14). ¡No fue nunca la intención de Jehová que los niños fueran el producto de experimentos bestiales de procreación! En tercer lugar, el matrimonio ofrece al hombre y la mujer una forma moral y responsable de satisfacer los apetitos sexuales dados al cuerpo por Dios. El lecho sexual es sin mancha dentro de un matrimonio válido (Hebreos 13:4).
El propósito divino de Dios para la unión matrimonial es que dure mientras la pareja esté viva. Por supuesto, la muerte de uno termina la relación (Romanos 7:2; 1 Cor. 7:39) y no hay "matrimonio" más allá de la resurrección de los muertos (Mateo 22:30).
El divorcio -- Siendo Dios el autor del matrimonio, es su prerrogativa, y solamente de El, determinar cuándo debe ser disuelto un matrimonio mientras las dos partes aún viven. ¿Cuál, pues, es la voluntad divina en lo que se refiere al divorcio? Idealmente, Dios "aborrece" el divorcio (Malaquías 2:16), pues aunque el Señor concede un divorcio válido, ya ha habido una violación al pacto matrimonial al menos por una de las partes. No hay divorcio que envuelva a dos partes inocentes; al menos una de ellas ha de ser culpable.
Bajo el sistema del Antiguo Testamento, si la esposa de un hombre "no era agradable a sus ojos" porque encontró algo indecoroso en ella, él podía escribir una "carta de divorcio" y "despedirla de su casa" (Deut. 24:1). Sin embargo, esto no era consistente con el ideal original dado en los cielos. A través de Moisés, Dios lo toleró solamente por causa de la "dureza de corazón" característica del pueblo israelita (Mateo 19:8). Jesucristo, sin embargo, hablando sobre este asunto, declaró que "no fue así desde el principio" (Mateo 19:8). La gramática de este pasaje verbal inspirado implica que el plan original de Dios sobre el matrimonio, según se instituyera en el huerto de Edén, idealmente nunca había cambiado, aunque bajo la economía mosaica se había permitido una moderación. Entonces, en anticipación de su ley del Nuevo Pacto, Jesús procedió a restaurar la intención original del matrimonio. Por consiguiente, el Señor dijo: "Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio" (Mateo 19:9). Mucho puede decirse de este singular versículo.
Primeramente, este pasaje es obviamente de aplicación universal, o sea, todas las familias en el mundo están bajo esa obligación. El término "cualquiera" es igual a "cada uno" (véase Mateo 5:22; 31, 32). Por tanto, Dios espera que cada ser humano capaz de entrar a una unión matrimonial, sea responsable de Su código marcial.
En segundo lugar, Cristo enseñó que nadie puede "rechazar" (la palabra significa "divorciar") su compañero/a a menos que el divorcio sea por causa de fornicación. El término "fornicación" tiene un sentido general; significando "toda clase de relación sexual fuera de ley". El Señor concede el divorcio y volverse a casar únicamente en base a fornicación. Mirándolo de un ángulo positivo, esto significa que el compañero inocente, en un matrimonio que ha sido violado por la fornicación (conducta sexual extra-marital), tiene derecho al divorcio y, si así lo quisiera, a volverse a casar. Desde el punto negativo, el pasaje enseña que el que se divorcia por otra razón que no sea fornicación no está en libertad de casarse de nuevo.
En Mateo 19:9 se afirma que el que se divorcia de su compañero/a, a menos que sea a causa de fornicación, "comete adulterio". En la Biblia, adulterio "implica cohabitación voluntaria de una persona casada con cualquiera otra que no sea su esposo/a legal." El participio de este verbo, según se usa en el Nuevo Testamento griego, sugiere la idea de acción continua. En otras palabras, la persona que entra a esta unión ilícita "continúa cometiendo adulterio" cada vez que está en intimidad sexual con su nuevo/a compañero/a. Al formar un nuevo "matrimonio", el individuo entra al "terreno del adulterio", o, como lo presenta el Prof. William F. Beck en su traducción, está "viviendo en adulterio". La razón por la cual esta unión es llamada "adulterio" es muy obvia; aunque la persona divorciada se haya unido a otro/a compañero/a (según los requisitos humanos legales), de acuerdo con la ley de Dios, el/ella está todavía casado/a con su pareja original. Por tanto, la nueva unión no está aprobada por Dios.
En Mateo 5:32 Cristo enseñó que "cualquiera que repudia a su mujer, excepto por causa de fornicación, hace que ella adultere ..." No se convierte en adúltera sólo porque fue repudiada, por supuesto. Pero es probable que esta mujer divorciada se case de nuevo, y al hacerlo estará entrando a una unión adúltera.
Algunos han tratado de establecer que hay otra razón para divorciarse, o sea si un cristiano que se ha casado con alguien no creyente es abandonado por la compañera infiel, el cristiano queda libre para volver a casarse. Se alega que la prueba para este punto de vista se encuentra en 1 Cor. 7:15, donde, en el caso de que una persona no creyente abandone a la persona cristiana, ésta "no queda enlazada". Algunos argumentan que de esta forma el cristiano queda relevado del "lazo" del matrimonio y puede casarse. Pero no es así el caso. El término "enlazarse" literalmente quiere decir "esclavizarse" (véase Tito 2:3 donde la misma palabra griega se traduce "esclavizado"), y ¡la relación del matrimonio nunca ha sido vislumbrada como una esclavitud! El apóstol está diciendo simplemente que si el no creyente amenaza con abandonar a la cristiana si ésta no niega a Cristo, entonces la cristiana "debe dejarlo ir". No está obligada a mantenerse esclavizada a tal impío espíritu de rebelión. Pero, según indica un erudito, "Nada se dice en cuanto a un segundo matrimonio para el creyente; vano es poner palabras en boca de Pablo donde él calla."
En el Nuevo Testamento la enseñanza sobre el divorcio y el volverse a casar es muy estricta, tomando en cuenta la liberalidad que existe en los puntos de vista de la sociedad moderna en cuanto a la moralidad. Y no hay duda de que mucha gente, por ignorancia, se ha envuelto en desgarradoras relaciones inmorales. Pero esta importante verdad debe tenerse en cuenta; aunque debemos ser compasivos hacia los débiles y pecadores intentando ayudarles, ¡no podemos conformar las normas de las Sagradas Escrituras a las de una sociedad degenerada! Más bien debemos animar y retar a la gente noble a mantenerse a nivel de la elevada autoridad de la Palabra inspirada por Dios. El cristianismo demanda grandes sacrificios; y a muchos ha costado hasta sus propias vidas. Pero sin pensar en lo que nos cuesta, debemos tener suficiente valentía para buscar la Verdad y nada más que la Verdad. Las iglesias de Cristo urgen a sus conciudadanos a respetar y exaltar las virtudes del hogar como lo ha ordenado el Dios Todopoderoso.
PREGUNTAS
¿Quién es el autor original del matrimonio?
¿Qué importancia tiene el que dos sean una misma carne?
Diga algunos de los beneficios del matrimonio y discútalos.
¿Bajo qué circunstancias permite Dios el divorciarse y casarse de nuevo?
¿Por qué permitió el divorcio Moisés a los hebreos por otras causas?
¿En qué basaba Jesús su enseñanza acerca del divorcio?
¿Qué deben hacer para agradar a Dios los que se divorcian sin una razón válida?
¿Cómo podemos afianzar nuestros matrimonios contra los estragos del divorcio?